Tan sencillo como comprar un paquete de chicles. Basta con acercarse a la máquina expendedora, introducir el importe requerido, pulsar el botón correspondiente y esperar a que caiga el producto. El producto, en este caso, puede ser una caja de preservativos, un bote de lubricante, un vibrador, unas bolas chinas, un dado para jugar a las posturas del Kama Sutra, unas esposas de cuero o hasta un tanga comestible.

Vending y juguetes eróticos

El vending llegó hace ya un tiempo al mundo de la sexualidad y, poco a poco, se ha ido abriendo un hueco en el mercado de los productos eróticos.

No está resultando fácil, sin embargo. En más de un municipio ha tenido problemas este tipo de ventas. Para muchas asociaciones de carácter más o menos religioso o que tengan que ver con la defensa de una moralidad eminentemente religiosa, el hecho de que productos de carácter erótico puedan comprarse como quien compra un bollycao o una bolsa de patatas, en una máquina de vending, pone en peligro la formación moral de niños y adolescentes.

Los límites legales, sin embargo, para que se puedan vender o no estos productos, no son excesivamente claros. La legislación que regula las actividades inconvenientes para la juventud y la infancia se remonta a un Real Decreto de junio de 1982. ¡EL PSOE aún no había ganado sus primeras elecciones y Felipe González lideraba la oposición a la UCD de Leopoldo Calvo Sotelo!

Desde luego, ha llovido mucho desde entonces, pero aún sigue imperando aquel decreto y sus indicaciones sobre la venta de aquellos objetos que “teniendo relación con el sexo, sean contrarios a la moral y a las buenas costumbres”. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de buenas costumbres? Sin duda, el concepto de buenas costumbres ha evolucionado mucho desde aquellas fechas hasta ahora. Lo que antes escandalizaba ahora, si no se aplaude, sí al menos se tolera. Por eso las indicaciones de la ley son excesivamente abiertas y, con ello, ambiguas.

Sí se sigue teniendo en cuenta una recomendación que hace referencia a la necesidad de que el producto en venta no pueda tener unas imágenes o figuras explícitas. La pregunta que surge es: ¿es suficientemente explícita la imagen de un vibrador o es necesario, para que lo sea, que la caja en la que dicho consolador-vibrador va introducido muestre cómo se utiliza éste, es decir, nos lo enseñe metido dentro de una vagina o un culo?

Mientras estas preguntas se contestan y al amparo de esta misma ambigüedad, bailando sobre la cuerda floja que va de la autorización a la prohibición, los productos eróticos y para adultos se van abriendo paso en la gama de artículos que normalmente se pueden encontrar en estas tiendas de venta durante las 24 horas que, en definitiva, son las máquinas de vending.

Al alcance de los jóvenes

Su ubicación en zonas turísticas, junto a lugares destinados al ocio (especialmente discotecas), y en todos aquellos sitios en los que puede moverse la gente joven (universidades, estaciones de tren o metro…), hace que poco a poco las máquinas de vending que ofertan productos eróticos vayan encontrando un mercado afín y más o menos fiel. No en vano, en España, por poner un ejemplo, se calcula que se venden, en máquinas de este tipo, entre 150 y 200 millones de condones al año.

Esta cifra no es nada despreciable, máxime teniendo en cuenta que es muy probable que muchos de los compradores de preservativos en máquinas de vending son jóvenes que están descubriendo el sexo o que hace relativamente poco que se iniciaron en él. Para los sexólogos y psicólogos es muy importante este tipo de oferta pues, muy seguramente, habría muchos jóvenes que, de no disponer de esta modalidad de compra, renunciarían a comprar el condón y, con ello, seguramente, acabarían practicando sexo “sin red”. Hay que tener en cuenta que el factor vergüenza a la hora de comprar en una farmacia o en un supermercado (en especial si esa compra se produce en un pueblo) hace que muchos jóvenes no den el paso de comprar esa caja de preservativos en la que hace tiempo vienen pensando. La facilidad que le aporta la máquina de vending permite que esa compra en la que tantas veces se ha pensado y tantas veces se ha pospuesto pueda, finalmente, hacerse efectiva.

El sex shop tradicional y el sex shop on line

Observando el progresivo éxito de este tipo de venta hay que preguntarse hasta qué punto dicho éxito ha afectado o puede acabar afectando a las ventas que se realizan en los tradicionales sex-shops o en la reciente hornada de sex-shops on line que el comprador de juguetes eróticos puede encontrar en la red.

Según algunos representantes de sex-shops, este tipo de venta no acaba de afectarles directamente. O la afectación no es, cuanto menos, significativa. Según estas mismas fuentes, el comprador habitual en sex-shops busca una amplia gama de productos entre los que poder elegir. Este amplio abanico no tiene cabida en la máquina de vending, que, por motivos lógicos, se limita a ofrecer una limitada cantidad de productos. En este aspecto, la máquina de vending, que sí puede competir en cuanto a inmediatez o en dar satisfacción al comprador impulsivo, no lo puede hacer con las tiendas tradicionales o con los sex shops on line, que pueden poner al alcance del potencial comprador un muestrario de productos completo y casi inacabable.

Los representantes de los sex-shops aseguran también que el comprador tipo de juguetes para adultos acostumbra a buscar una información añadida, ese plus de conocimiento que le anime a decidirse por un juguete erótico en concreto y no por otro. Esa información sólo puede dársela el vendedor que, producto en mano, puede cantarle las excelencias de un producto determinado o señalarle las diferencias principales entre dos productos semejantes.

Por otro lado, hay compradores que, pese a aceptar que los productos exhibidos en las máquinas de vending han pasado los preceptivos controles de calidad, desconfían de la que puedan tener en el momento de la compra. ¿Quién sabe, se preguntan estos compradores, cuánto tiempo llevan allí colocadas las cajas de preservativos? ¿Quién asegura que los distintos cambios de temperatura (más acusados que en una tienda clásica) no acaba afectando al látex de los condones?

Preguntas e inquietudes como ésta permiten que sex shops físicos y on line sean, de momento, los principales vendedores de productos eróticos.