Estimulación de la próstata

En el momento de la estimulación sexual masculina, los penes de los hombres suelen atraer toda la atención. Al final y al cabo, el pene es un lugar obvio y destacado. Y es fácil estimularlo. Habitualmente, el falo reacciona de una manera más o menos rápida a cualquier tipo de estímulo. Una simple caricia puede ponerlo en pie de guerra. De la tarea hábil y húmeda de una lengua ni hablamos. La erección de ese pene es la prueba fehaciente de su centralidad en el proceso de la estimulación masculina. Pero esa centralidad no nos puede hacer olvidar otras partes del cuerpo. De hecho, si la estimulación y la exploración erótica se detienen ahí, en la obviedad del pene, el hombre estará perdiendo una fantástica zona erógena no tan obvia y, por supuesto, en nada tan visible. Esa zona erógena de la que hablamos es la próstata.

Situada detrás del hueso púbico y justo debajo de la vejiga, la próstata para el hombre es análogo al punto G de las mujeres. La gran diferencia, por supuesto, es que aquí el acceso se realiza a través del ano y no a través de la vagina como se realiza en el caso de la mujer.

Puede ser que haya hombres que hayan sido renuentes a practicar la exploración anal por considerar el ano como un lugar especialmente sucio o por cualquier otro tipo de prejuicios de carácter cultural. Con demasiada facilidad se ha relacionado el juego anal con la homosexualidad, y eso crea una barrera mental en el hombre impidiéndole el disfrutar de unas prácticas estimulatorias que pueden resultarle muy satisfactorias. Quién sabe si, practicándolas, esos hombres renuentes a la práctica del juego anal acaban engrosando las filas de todos aquellos que hallan en la próstata una fuente maravillosa de placer sexual. Hay hombres que pueden llegar al orgasmo con una buena sesión de estimulación prostática. Otros, sin necesidad de llegar a ese extremo, encuentran en dicha estimulación un complemento perfecto para otros tipos de actividad sexual que pueden, perfectamente, combinarse con aquélla. Muchos hombres consideran que el masaje de la próstata prolonga e intensifica sus orgasmos.

Juguetes y lubricantes

Aunque es posible que tú mismo puedas encontrar tu propia próstata, suele ser más fácil localizarla gracias a la ayuda de un juguete o un socio. En dicha actividad, la compañera o compañero de juegos deberá, en primer lugar, localizar la próstata con el dedo. Para llevar a cabo esta práctica es imprescindible contar con la ayuda de un buen lubricante que facilite la búsqueda y haga más placentera la estimulación de un punto tan sensible de la anatomía masculina. Una vez bien estimulada la zona con el lubricante que se considere más oportuno e idéneo para la tarea a realizar, la estimulación se podrá efectuar con el propio dedo o, en su defecto, con la ayuda de unas bolas tailandesas, un plug anal o un dildo.

Si el juego anal es nuevo para ambos miembros de la pareja, hay que planificar o anticipar medianamente su introducción en la relación. Es posible que la pareja quiera comunicarse iniciándose en la lectura de algunos manuales especializados o centrados en el tema del juego anal. Esto puede ser especialmente útil para disipar muchos de los mitos relacionados con el sexo anal (que es sucio, que duele, que al chico que le gusta sólo puede ser gay…) y para normalizar el tema entre ambos miembros de la pareja. Si al final se decide dar el paso, hay que tener siempre presente que los elementos para disfrutar del juego sexual son tres: comunicación, relajación y lubricación. Teniéndolos en cuenta, todo irá bien y el anal puede convertirse en uno de los juegos perfectos para animar tu vida sexual.