Con las manos libres

¿Cuántas veces no hemos bromeado con la idea del butanero dando placer a las mujeres que, estando solas en casa, se ven asaltadas de repente por unas ansias sexuales y unas ganas de follar que, de un modo u otro, deben quedar saciadas? ¿Muchas, verdad? Pero no siempre hay un butanero a mano. Quizás por eso el consolador ha triunfado. Porque puede estar ahí, guardado en un cajón, silencioso y efectivo, esperando la mano que de pronto lo reclame para ir a cumplir el gozoso cometido para el que fue creado. Gracias al consolador como sustituto del pene, la mujer puede proporcionarse placer siempre que quiera sin esperar la visita del mitificado butanero.

Y si bien es cierto que la mayor parte de las mujeres alcanza el orgasmo gracias a la estimulación del clítoris, también es verdad que a una gran parte de féminas les gusta masturbarse o tener relaciones sexuales sintiendo cómo un pene o un dildo hacen de las suyas dentro de ellas. Las mujeres pueden disfrutar de muchos aspectos de la penetración: el sentimiento de plenitud que puede proporcionarles un consolador o una polla, la emoción física de una vigorosa cabalgada, la estimulación del punto G o la vagina… Todo eso es mucho más difícil de realizar con los dedos, así que, si tu anhelo es ser penetrada, tu pareja está fuera de casa y el butanero no pasa por tu barrio hasta dentro de tres días (o ni siquiera pasa, el gas natural ha hecho mucho daño al sexo imprevisto), ¿qué mejor solución que echar mano de un buen consolador para satisfacer esas repentinas ganas de ser follada?

Algunas de las más antiguas representaciones de consoladores que permiten a la mujer masturbarse mientras tiene las manos libres aparecen en escenas vintage-eróticas japonesas. En esas escenas, pueden verse a mujeres con consoladores atados a los pies. Afortunadamente, la industria del juguete erótico ha mejorado y avanzado tanto que ahora una mujer no sólo puede plantearse la disyuntiva de si tener consolador o no, sino la de cuántos y de qué tipo. Porque bien pudiera ser que en un momento apeteciera un consolador diseñado especialmente para estimular el punto G. ¿Pero quién puede afirmar que en otro momento esa misma mujer no prefiere tener al alcance de su mano un rechonchete consolador anal, o una pareja para jugar con vagina y ano al mismo tiempo, o un vibrador para estimulación múltiple? Esa misma variedad de gustos o deseos puntuales también puede afectar al tipo de material o de diseño deseados en cada momento. Es cierto que los modelos de consolador que se usan con la mano tienen el favor mayoritario de las mujeres, pero vamos a proponerte ahora que hagas servir y pruebes un consolador con ventosa, de manos libres. Si lo usas, podrás, al mismo tiempo, jugar con tus pezones, buscar diferentes formas de penetración o frotar tu clítoris.

En verdad, para que la actividad te resulte gratamente placentera sólo debes cumplir un requisito: debes tener verdadera hambre de de consolador. Debes estar deseando ser penetrada. Esas ansias pueden verse incrementadas si te sirves una buena ración de lectura erótica, ves una buena película porno o, simplemente, te recreas en imaginar esa fantasía que te entrecorta el aliento y humedece tu coño. Todo eso te ayudará a incrementar tu calentura. También el hecho de que te acaricies y estimules, si ése es tu deseo, el clítoris.

Sugerencias de uso

Cuando hayas cumplido todo ese ritual de calentamiento, piensa en qué lugar deseas emplazar tu consolador y prepárate para utilizarlo. Piensa que la ventosa, lógicamente, funciona mejor cuando se coloca en superficies de vidrio o cerámica. Los baños y duchas son lugares muy prácticos y de fácil limpieza. Pero, en verdad, puedes colocar tu dildo en cualquier superficie lisa. Basta humedecer un poco la ventosa y colocarlo sobre esa superficie. Si vas a estar arrodillada sobre una superficie dura, pon una toalla, una alfombrilla de baño o una almohada debajo. Aplica lubricante de manera generosa a tu consolador antes de utilizarlo.

Si has colocado el consolador sobre el suelo, deberás arrodillarte. Si lo has hecho en la pared, puedes apoyarte en una silla o en la pared de enfrente si ésta está lo suficientemente cerca de la pared en la que has emplazado el dildo. Esto puede resultarte más cómodo que el estar de rodillas, aunque no sería mala idea el ir alternando ambas posiciones. De hecho, ambas tienen algo en común: ambas permiten un buen acceso al punto G.

¿Ya has lubricado bien tu dildo? Ha llegado el momento de que sientas cómo entra dentro de ti. Haz que el consolador te penetre lentamente. Siente cómo te llena. Disfruta durante unos instantes de quietud de esa sensación. Ahora eres libre para experimentar y probar un movimiento suave, lento, sintiendo cómo el consolador te acaricia internamente, cómo tu vagina va devorando cada centímetro de ese maravilloso consolador que un día decidiste traer a casa. Retira a continuación el consolador lentamente. Sácalo de ti por completo. El consolador es un buen miembro erecto. No va a desfallecer ni aflojarse cuando menos lo esperes. Está ahí, rendido a tus deseos, deseoso de saciarlos. Haz que se deslice por tus labios vaginales. Que los roce. Que te roce también un poco el clítoris. ¿Qué dulce estremecimiento, verdad? ¿A que te entran ganas de sentir de nuevo la plenitud del consolador dentro de tu coño? Pues siéntela. Vuelva a hacer que el consolador esté dentro de ti y experimenta con diferentes ritmos, ángulos y profundidades de penetración. Si el dildo está bien sujeto con su ventosa a la superficie que has escogido, aprovecha que tienes las manos desocupadas para jugar con tus pezones, pellizcarlos, o para acariciarte lentamente y con la presión que tú desees el clítoris.

Innovaciones y variaciones

Puede ser que hayas deseado esa estimulación del clítoris para alcanzar el orgasmo o puede ser que la penetración sea para ti lo suficientemente excitante como para que ese orgasmo te llegue sin necesidad de estimular ese maravilloso y misterioso botoncito mágico. Si estás en una ducha con masaje, puedes encenderla y buscar que algún chorrito de agua se dedique a lamer tu clítoris mientras tu consolador te llena la vagina de satisfacción. Puedes jugar así con la temperatura del agua o con las diferentes opciones de funcionamiento que te proporciona tu ducha-masaje. Si no posees una ducha de estas características, utiliza tus manos o algún estimulador de clítoris de los de existen en el mercado. Si estás sentada encima de tu consolador y fuera de la ducha, puedes utilizar un vibrador de gran tamaño, que puedes utilizar para proporcionar vibraciones tanto a tu vagina, internamente, como a tu clítoris.

Todos estos juegos de los que venimos hablándote admiten todas las variaciones que tu imaginación pueda proporcionarles.

Puedes, por ejemplo, invitar a un socio para que se siente detrás de ti cuando estás sentada sobre el consolador. Coloca un espejo ante ti y pídele a tu socio que juegue con tus pechos o tu clítoris. Observarte gozando y siendo acariciada ante un espejo aumentará seguramente tu excitación, lo que, al final, seguramente te conducirá a un orgasmo mucho más intenso.

Jugar junto a un compañero con el consolador puede ser una buena alternativa al coito. Busca una amplia gama de consoladores para hacer que las opciones de juego se multipliquen y, con ellas, las de placer.

Lo mismo que se ha descrito para la penetración vaginal puede servir para la penetración anal. Tanto hombres como mujeres deben recordar, en este caso, una cosa primordial: el dildo anal debe tener una buena base acampanada (para impedir que la acción succionadora del ano “devore” el consolador) y debe usarse una buena cantidad de lubricante anal. Y úsalos con lentitud. Los vibradores acostumbran a ser bastante grandes y el ano es una zona bastante sensible de nuestra anatomía. ¿Lo sabes, verdad?