Vista tántrica

La vista es, de todos los sentidos, el más complejo de todos. Él es el que nos proporciona mayor información sobre el mundo que nos rodea. El Tantra se centra en el aspecto psicológico del acto de ver así como en las posibilidades de evocación erótica que aporta.

Sexualmente hablando es evidente que la mayoría de las personas, y en especial los hombres, suelen reaccionar eróticamente según la forma en que ven al objeto de su deseo y a la apariencia que muestra ese objeto ante ellos. Por eso es importante cualquier tiempo que dediquemos a intentar proporcionar a nuestra pareja una estimulante experiencia visual de la que, en la medida de lo posible, tenemos que ser protagonistas. Esa experiencia visual no será sólo algo especialmente placentero y sensorial. También formará parte de los rituales de meditación y práctica espiritual que nos deben acompañar en ese acercamiento que queremos hacer al tipo de relación que en su día mantuvieron Shiva y Shakti.

Para desarrollar estas prácticas es importante preparar adecuada y visualmente ese espacio sagrado que, como sabemos, es básico para llevar a cabo nuestras prácticas y rituales tántricos. Imagina la sensualidad aportada al espacio por las velas. Imagina el almizclado olor a incienso y perfume. Imagina la música cuidadosa y especialmente seleccionada para el caso. Imagínate sentado o sentada en el centro de ese espacio, disfrutando de la caricia de todas esas sensaciones. ¿Qué mejor modo de excitar a tu pareja que hacerla partícipe de este banquete visual? Para redondear la maravilla de la escena, bésala suavemente con devoción mientras la abrazas.

Mandala

Una herramienta muy útil y poderosa para aumentar y potenciar nuestra vista y nuestra manera de mirar es el mandala. El mandala, en las culturas orientales, es una imagen de figuras geométricas que representan el cosmos tanto desde el punto de vista simbólico como desde el punto de vista metafísico. El mandala es, en sí mismo, un microcosmos del universo desde el punto de vista del ser humano.

Dentro de cada mandala, en el espacio denominado yantra central, puede distinguirse la figura de un círculo sagrado. Esa figura central circular y sagrada es circular como el ojo de la persona que medita y mira fijamente hacia ella durante el ritual meditativo. La relajación que la mirada experimenta tras un tiempo de centrarse en mirar ese yantra central es una especie de quietud espiritual que se va haciendo expansiva a cada rincón del cuerpo de la persona meditante.

Visión yin-yang

Uno de los objetivos del Tantra es reducir el tiempo que destinamos a analizar todo aquello que vemos a nuestro alrededor.

Según los escritos de los autores clásicos orientales, acostumbramos a mirarlo todo con una mirada “yang”. Esta manera de mirar es una mirada eminentemente masculina, muy activa, que centra toda su intención en el análisis de lo observado. No queremos decir con ello, ni mucho menos, que esa forma de mirar sea una mirada negativa. Pero hay que recalcar que hay otra manera de mirar.

Esa otra forma de mirar recibe el nombre de mirada “yin”. La mirada “yin”, que es una mirada más suave y receptiva, menos activa, es la que debe utilizarse durante las meditaciones tántricas. Es la mirada que debe permitir que todo lo que vemos nos llegue como un don. Es casi la mirada ubicada en estado de trance. Es el tipo de mirada que nos permite percibir el corazón de la persona que tenemos enfrente y el pálpito vital de todo lo que nos rodea.

Para ensayar ese tipo de mirada, vamos a proponerte una hermosa meditación que podrás practicar antes de realizar el acto sexual. Lo ideal sería mantener, mientras se hace el amor, este tipo de mirada. Pero quizás para conseguir eso se precise un entrenamiento mayor y una práctica ya interiorizada. Si lo logras, podrás disfrutar a placer de toda la belleza y el esplendor de tu pareja mientras estáis haciendo el amor.

La mirada yin es la forma de mirar de Buda, es la mirada sabia y tranquila que Buda utilizaba todo lo que formaba parte de la naturaleza.

Meditación yin-yang

  1. Realizad la ceremonia de apertura.
  2. Sentaos el uno frente al otro, cercanos.
  3. Deja que tu mirada recorra lentamente el rostro de tu pareja y que repase todos los detalles de su piel, sus matices más leves y sus características.
  4. Mira con detenimiento el pelo, el cuello y las orejas de tu pareja. Permite que tus ojos se paseen a su antojo sobre su rostro. No le impongas ningún movimiento. Que ellos se muevan según les marque el instinto.
  5. Si eres consciente de tu forma de mirar, verás cómo sobre todo lo que ves tu mente tiene algo que opinar. Deja que, durante cinco minutos, tus pensamientos sigan libremente su patrón natural de funcionamiento. Verás que lo hacen sin esfuerzo.
  6. Cierra los ojos y descansa durante unos minutos.
  7. Abre de nuevo los ojos y endulza tu mirada. Hazla más suave. Miraos fijamente a los ojos y dejad que una mirada penetre en la otra. Concéntrate en lo que sientes al ser mirado de este modo tan intenso.
  8. Tras cinco minutos mirándoos de ese modo, descansad.
  9. Abre los ojos de nuevo y déjalos reposar, esta vez, en algún lugar indefinido y existente entre vuestras dos caras, que se miran una a otra. Es posible que, en este momento, te sumerjas en un profundo estado meditativo. Abandónate a ese estado tranquilamente y goza con él.
  10. Realizad la ceremonia de clausura.