Juegos de manos

Hay muchas cosas que podemos hacer con nuestras propias manos cuando estamos inmersos en la vorágine de la pasión sexual. Podemos penetrar, pellizcar, punzar, rascar, frotar, amasar, prensar, abofetear… Al igual que sucede con los dientes, las manos están siempre contigo, son gratis, y son un fantástico juguete erótico para poder experimentar. Puedes hacer penetraciones vaginales, puedes hacer penetraciones anales, pueden combinar unas y otras para realizarlas al mismo tiempo. Esto, después de todo, son sólo algunas de las cosas más sencillas que puedes realizar con tus manos en una relación sexual. Con guantes de látex y un buen lubricante con base al agua (para que el látex de los guantes no se vea afectado) es una de las maneras más seguras de realizar este tipo de penetraciones. Se reduce hasta la práctica eliminación el riesgo de infecciones y se garantiza un buen paseo por las interioridades del receptor.

Antes de realizar según qué es bueno anticiparlo de palabra. Por ejemplo, si tu pareja es un chico y aún no ha experimentado el placer de una buena sesión de estimulación prostática, avísale de que vas a meter tu dedo en su culo. Si muestra su consentimiento, adelante. Si no lo hace, intenta convencerle. Dile, por ejemplo, que vas a acariciar su ano. Si te deja, seguramente esa caricia servirá para relajarlo y para que pueda intuir el placer del que puede disfrutar si, finalmente, derriba sus prevenciones, seguramente culturales, hacia el hecho de que tus dedos puedan entrar en su culo.

Que la penetración que vayas a realizar sea vaginal no quiere decir que no pueda recurrirse a la ayuda de un lubricante artificial para hacer más suave la misma. Puede ser que la lubricación natural no baste para dar este toque de suavidad que esta caricia merece. Una vez introducidos los dedos dentro de la vagina de tu pareja, busca la velocidad y la intensidad adecuadas para moverlos. La penetración puede ser larga y profunda, o dura y corta, o rápida y dura… Intenta combinar estas formas y atender, sobre todo, a las reacciones y a las palabras de tu pareja. Dobla tus dedos hacia su ombligo y busca su punto G para estimularlo.

Mientras, con una mano, actúas sobre su vagina, utiliza la otra para, por ejemplo, pellizcar sus pechos o sus pezones. O para, si así lo habéis pactado, abofetearla según lo hayáis consensuado. Sírvete también de tu boca para chupar o morder su vientre, su pecho o su vagina empapada. Aumenta lentamente la intensidad y la velocidad. Cuando hayas aumentado estas variables, atiende a las reacciones de tu pareja. Según sea su vagina, si los dedos impactan sobre el cuello uterino pueden causar dolor.

Juego anal

Si la utilización de lubricante es aconsejable en la penetración vaginal, en la anal se vuelve preceptiva. El ano no produce lubricación propia, por lo que hay que recurrir a la lubricación artificial para suavizar y preparar para la penetración esta parte tan delicada y sensible del organismo y para, así, evitar que el dolor pueda convertir esta práctica sexual en algo desagradable. Además, la piel del recto es una piel muy fina que puede rasgarse fácilmente, convirtiéndose así en una zona susceptible de causar problemas de infecciones bacterianas o de contagio de enfermedades de transmisión sexual.

En la penetración anal hay que actuar con mucha cautela y sin prisas, lentamente. Se puede empezar con un dedo o con un pequeño juguete erótico protegido con un preservativo. Una vez tengas tu dedo o tus dedos dentro de su ano y éste se haya acostumbrado a la presencia de ese cuerpo extraño a él, puedes mover los dedos, dentro y fuera, variando la velocidad y la intensidad. La penetración puede ser profunda y lenta, o dura y corta… También pueden combinarse, en la misma sesión, diversas formas de penetración. Dobla tus dedos hacia su ombligo y estimula su próstata o su punto G.

A la persona que reciba la penetración le recomendamos que no use ningún tipo de crema anestésica. El dolor es una señal que debe indicarte que algo se está haciendo mal. O falta estimulación o falta lubricante. Si adormecemos la sensibilidad del ano, podemos causar un daño que, después, puede resultar muy doloroso. Es preferible ser consciente del dolor para, así, poder decir a la pareja que ralentice su acción o, simple y llanamente, que la detenga. El sexo anal no tiene porqué ser doloroso. Incluso si se escenifica una acción de sexo violento o casi violación. Tras él, lógicamente, debe haber consenso.

Dedos en la boca

Colocar los dedos en la boca de la pareja puede resultar indescriptiblemente sexy. También es una manera muy útil para objetivar a alguien y hacer que se sienta deliciosamente utilizado para, así, obtener tu gratificación sexual.

Puedes meter dos o tres dedos en su boca y doblarlos al tiempo que, con tu pulgar, presionas en su barbilla o su mandíbula. Puedes hacer que te chupe los dedos como si se tratara de tu pene. Puedes girar su cara para colocarla en una mejor posición para besarla. Puedes agarrarla por el cabello y tirar de su cabeza hacia atrás para meterle los dedos en la boca mientras se la metes por detrás.

Si quieres llevar tus dedos hacia una zona más estrecha de su garganta, procura que tenga la cabeza inclinada hacia atrás. Hay que tener siempre cuidado de no presionar demasiado y de no hacerlo demasiado profundo. Se trata de jugar y de sentir placer, no de asfixiar a nadie.