Recuerdo de una escena hot

Hay imágenes cinematográficas aliento o inspiración erótica que, por una razón u otra, perduran con ahínco en la memoria de los espectadores. En esto, como en los colores, cada cual tiene sus propios gustos y, por tanto, cada cual tendrá una imagen cinematográfica fetiche. Habrá quien guarde en su memoria como un preciado tesoro alguno de los polvos que Jeremy Irons y Juliette Binoche se pegan desesperadamente en Herida. Habrá quien guarde a salvo del olvido la escena de Instinto básico en la que Sharon Stone cabalga sobre un Michael Douglas que ve cómo su excitación crece y crece y crece al tiempo que crece en su interior el temor a que un punzón de hielo se clave en su pecho. Habrá quien, puesto a atesorar entre sus recuerdos alguna escena erótica, hay puesto en los altares de su memoria alguna de las impactantes escenas de El imperio de los sentidos, la siempre impactante obra de Nagisa Oshima. Incluso habrá quien, hijo o hija de otra generación, se conforme con rememorar como ejemplo de pasión y escena provocadora el apasionado beso que sobre una arena lamida por las olas se dan, como si les fuera la vida en ello o como si no hubiera mañana, Burt Lancaster y Deborah Kerr en De aquí a la eternidad.

Como hemos dicho: para gustos, los colores. En nuestra memoria, por ejemplo, siempre atesoradora, por deformación profesional de varias decenas de imágenes hot, pervive con especial brillo una muy particular de Habitación en Roma, la película rodada por el director español Julio Medem en 2010 a partir de un guión propio y en la que se nos cuenta la intensa relación lésbica que viven durante una sola noche Alba y Natasha, dos bellas jóvenes (española la primera; rusa la segunda) que se conocen un día en Roma y que se sirven de ese día compartido para descubrir lo intenso y concentrado que puede llegar a ser el amor.

La escena a la que nos referimos es aquélla en la que Alba (Elena Anaya) y Natasha (Natasha Yarovenko) se masturban mutuamente en la ducha. Nos impactó y nos impacta el deseo que transmiten esas imágenes. Nos impactó y nos impacta hasta qué punto la masturbación mutua puede convertirse en una grandísima fuente de placer. Por eso queremos dedicar ese post a recoger algunas de las mejores posturas eróticas para masturbarse en pareja.

Virtudes de la masturbación en pareja

La masturbación en pareja no debe ser concebida como una especie de preliminar sexual. La masturbación en pareja debe considerarse una práctica sexual completa en sí misma. Después de todo, y junto al sexo anal, la masturbación en pareja es una práctica sexual habitual en aquellas parejas en las que, por motivos fundamentalmente culturales, la virginidad es, todavía, un valor que debe conservarse hasta el instante en que se establezca entre hombre y mujer un vínculo de carácter matrimonial.

La masturbación en pareja es, además, una excelente manera no sólo de conocer la sexualidad del otro miembro de la pareja para, así, poder proporcionarle mayor placer, sino que es también un fantástico y muy placentero sistema de profundizar en el conocimiento de la propia sexualidad.

Tres posturas para masturbarse a la vez

Sabido esto y tenido en cuenta, vamos a ver diferentes posturas para masturbarse en pareja. Según aquélla que escojamos, así será el tipo de masturbación que podremos realizar.

Quizás la postura para masturbarse en pareja más famosa de entre todas ellas es la conocida postura del 69. La forma de las dos cifras que forman este número es bastante ilustrativa sobre cómo debe realizarse esta postura erótica: la cabeza de cada uno de los miembros de la pareja debe estar colocada frente a los genitales del otro. Uno colocado encima del otro (lo ideal es que el más pesado se ponga abajo), los dos miembros de la pareja podrán masturbarse mutuamente.

Esta postura, además, permite escoger entre tres formas de masturbación en pareja:

  • Ambos miembros de la pareja masturban a su compañero utilizando las manos.
  • Ambos miembros de la pareja masturban a su compañero utilizando la boca. Es decir: ella realiza una felación y él un cunnilingus.
  • Un miembro de la pareja masturba al otro con la boca mientras es masturbado por éste con la mano.

Una segunda postura para masturbarse en pareja es la de sentados. Paralelamente colocados el uno al lado del otro, para masturbarse mutuamente de una manera cómoda hay que procurar estar lo más cerca posible para, así, evitar que muñecas y brazos se cansen.

Una tercera postura para masturbarse en pareja consiste en que los dos miembros de la misma se coloquen el uno frente al otro, muy juntos, como si fueran de un momento a otro a realizar una penetración. Colocados así, uno masturba al otro y viceversa. Con el pene tan cerca de la vagina, ella puede usar la mano para guiarlo hacia su interior.

Como veis, son varias las modalidades de posturas para masturbación en pareja que podéis escoger para disfrutar de una insustituible práctica erótica.

La masturbación en pareja, además, puede verse enriquecida gracias al uso de algún tipo de juguete erótico que sirva al hombre o la mujer para masturbar a su pareja. El dildo, por ejemplo, no tiene por qué ser un juguete que la persona use en soledad. Tampoco el plug anal ni el masturbador masculino. Un juguete erótico siempre puede añadir un toque extra a cualquier práctica erótica, y la de la masturbación en pareja no es, por supuesto, una excepción.