Una telilla que se rompe

Con demasiada frecuencia damos las cosas por supuestas, sobre todo cuando hablamos de sexualidad. Un ejemplo: damos por supuesto que todos, hombres y mujeres, sabemos lo que es el himen y qué función cumple. Pues bien: basta con hacer una simple pregunta para comprobar que eso no es del todo así. Para la inmensa mayoría de los hombres, por ejemplo, el himen es esa “telilla” que se rompe en la entrada de la vagina cuando una mujer “pierde” eso que se da en llamar virginidad. Y, ciertamente, el himen no es exactamente eso.

Por desgracia, la “virginidad” de la mujer se ha entendido culturalmente a lo largo de los siglos en la cultura occidental como una especie de bien preciado, de valor, de símbolo de la “pureza” que toda “buena mujer” debía aportar la mujer al matrimonio. Alrededor de la obligación de llegar virgen al matrimonio y de conservar el himen intacto hasta la “noche de bodas” se construyó todo un mito. Y los mitos, como acostumbra a suceder, acaban contaminando la verdad y distorsionándola. Y este mito, además, ha impedido durante siglos que las mujeres pudieran disfrutar libremente de su sexualidad. No en vano, muchas mujeres enfrentaron la noche de bodas como un mal trago y con temerosas imágenes bailoteando en su imaginación. A estas mujeres les habían hablado de sábanas ensangrentadas a causa de la rotura del himen durante su “primera vez”. Hasta el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ha pervertido históricamente la verdad al definir al himen como “repliegue membranoso que reduce el orificio externo de la vagina mientras conserva su integridad”. No: el himen no es eso. O no lo es exactamente. De él vamos a hablar en este artículo para saber exactamente qué es el himen y qué función cumple en el organismo femenino.

El himen es una membrana, sí, que se encuentra situada a uno o dos centímetros de la entrada de la vagina. Formado por capas más o menos replegadas de tejido mucoso de color rosado, casi transparente, el himen puede ser más o menos grueso, más o menos blanquecino, más o menos elástico. ¿Su función biológica? No está clara. Hay estudios que apuntan que el himen sirve como una especie de barrera protectora de la vagina para mantenerla a salvo del contacto de las heces durante los primeros meses de vida.

El himen puede ser muy distinto en unas mujeres o en otras. La mayor parte de las niñas nacen con un himen de forma anular, pero las hay que lo hacen con un himen de forma labial, cribiforme (con numerosos agujeros, como si se tratara de una criba) o semilunar. En algunos casos (la estadística habla de un 0,1% de las recién nacidas) podemos encontrarnos con lo que se conoce como himen imperforado. En estos casos, el himen tapiza completamente la vagina, lo que provoca la obstrucción del flujo genital.

Himen roto y pérdida de la virginidad

En cualquier caso, asociar la integridad del himen al hecho de no haber mantenido relaciones sexuales es un error. Que el himen esté roto no quiere decir, necesariamente, que se hayan mantenido relaciones sexuales. El himen puede romperse al realizar gimnasia, al hacer estiramientos, tras cualquier movimiento brusco y, por supuesto, tras masturbarse. Así, la ruptura del himen, tan tradicionalmente asociada a la pérdida de la virginidad, no implicaría, en los casos citados, la tan cacareada pérdida de la virginidad.

Por otro lado, investigadores de la Universidad de California realizaron un estudio sobre las muescas o hendiduras que presentaban en su membrana himenal jóvenes que habían practicado el coito frente a jóvenes que, empleando la rancia terminología heredada del pasado, permanecían “vírgenes”. Estos investigadores comprobaron que sí, que las jóvenes que habían practicado el coito tenían más muescas en su membrana himenal que aquéllas que no lo habían practicado. Eso sí: también las presentaban aquéllas que habían tenido dificultades a la hora de utilizar el tampón durante sus menstruaciones o las que, por ejemplo, habían sido examinadas vaginalmente con algún tipo de espéculo. Por otro lado, había jóvenes que reconocían haber mantenido relaciones sexuales coitales y, sin embargo, mostraban una membrana himenal “intacta”. La conclusión del estudio de estos investigadores sobre el himen fue claro: “no se pueden establecer diferencias concluyentes sobre las características del himen en adolescentes que habían tenido o no relaciones con penetración”.

Erradicar la idea de que virginidad e himen intacto son conceptos que van inexorablemente de la mano debería ser una obligación para toda persona que deseara fomentar el hecho de vivir una vida sexual plena y suficientemente informada.

Himenoplastia

A pesar de todo lo que hemos dicho sobre la imposibilidad de demostrar que un himen roto lo es debido al mantenimiento de una relación sexual con penetración, hay una tendencia de cirugía estética que ha conquistado un cierto éxito entre algunas mujeres que, por algún motivo, desean que su vagina presente un aspecto “virgen”. Nos referimos a la himenoplastia o reconstrucción del himen. La himenoplastia se realiza con anestesia local, tiene un precio de unos 2.500 euros e implica que la mujer a la que se le ha practicado ldebe estar un período de treinta días sin mantener relaciones sexuales con penetración.

Finalmente, y para erradicar uno de esos mitos que hacen fortuna y acaban afectando de manera negativa a la vida sexual de las personas queremos dejar claro que la primera relación sexual con penetración no debe ir asociada a la idea de dolor por ruptura del himen. Si esa primera relación es dolorosa (o no es todo lo placentera que, se supone, podría llegar a ser), lo es más bien por otra serie de factores. Por la falta de lubricación, por ejemplo. O por la inexperiencia de la pareja. O por el mantenimiento de una práctica poco cuidadosa. O por la existencia de alguna pequeña infección. La ruptura del himen no es dolorosa. Eso debe quedar claro para todas aquellas mujeres que todavía no se han iniciado en la práctica sexual con penetración vaginal. Con esa lección aprendida, podrán acercarse a esa experiencia libres de miedos y mucho más preparadas para gozar de ella.