Vida sexual más allá de los sesenta

¿Cuándo finaliza la vida sexual de una persona? Si esta misma pregunta la hubiéramos hecho hace varias décadas, sin duda alguna la respuesta habría sido muy distinta a la respuesta que se puede dar ahora. No en vano, el incremento tanto de la esperanza como de la calidad de vida como los cambios sociales experimentados durante los últimos años hace que hablar de vida sexual en la tercera edad ya no sea algo que chirríe. Cada vez son más las personas que edad avanzada que vencen el tabú de hablar de vida sexual y que, afortunada y felizmente, la mantienen vida.

Lo más importante a la hora de mantener relaciones sexuales durante la tercera edad es asumir que el sexo, a los sesenta y los setenta, no puede practicarse del mismo modo que se practicaba a los veinte o a los treinta. Por razones obvias. El ser humano, al envejecer, experimenta una serie no demasiado corta de cambios fisiológicos. La fortaleza, en todos los sentidos, no es la misma a los 70 que a los 30. Esto ha hecho que, con demasiada frecuencia, se acuse a estos cambios fisiológicos del descenso de la libido y de la pérdida del deseo sexual, algo que resulta habitualmente erróneo, ya que en ese descenso de la libido tienen más que ver las causas psicológicas que las fisiológicas. Muchas personas, de hecho, y más allá de las que abandonan la vida sexual por padecer una enfermedad o por consumir determinado tipo de medicamentos, dejan de tener sexo porque mentalmente no son capaces de asumir los cambios fisiológicos experimentados por su organismo. Estas personas que no padecen impedimento físico alguno que les imposibilite el mantener una sexualidad activa sólo tienen que hacer una cosa para mantener con vida su sexualidad durante la tercera edad: cambiar la mentalidad o, dicho de otro modo, cambiar el chip.

Para cambiar la mentalidad respecto al sexo cuando se llega a la tercera edad y considerarlo como algo del presente y no del pasado hay que asumir, antes, que ni nosotros ni nuestra pareja (si es una pareja de nuestra edad) somos, físicamente, los que fuimos unos años atrás. Nuestros organismos, ley de vida, han experimentado una serie de cambios. En el caso del hombre, esos cambios son los siguientes: menor producción de espermatozoides y líquido seminal, respuesta más lenta a la excitación sexual, erecciones menos firmes, orgasmos menores y necesidad de un mayor tiempo de reposo entre coito y coito. En el caso de la mujer, los cambios físicos más destacables y que acaban afectando a la forma de mantener relaciones sexuales son la disminución de la lubricación vaginal, la respuesta más lenta a los estímulos sexuales, la aparición, en algunos casos, de la dispauremia (dolor durante el coito) y la mayor dificultad para llegar al orgasmo.

Nuevas prácticas y juguetes para la tercera edad

Asumir estos cambios, interiorizarlos mentalmente y actuar en consecuencia nos permitirá evitar la frustración que suele experimentarse cuando, sobrepasada cierta edad, se intenta mantener una relación sexual de la misma manera que la manteníamos dos o tres décadas atrás. Al experimentar dicha frustración, muchas personas evitan el practicar sexo durante la tercera edad para, así, eludir esa sensación de frustración de la que hablamos.

Nada más fácil para sentirse frustrado que querer practicar sexo a los setenta años del mismo modo que se practicaba a los treinta. Para evitarlo, hay que prestar mayor atención a prácticas que no tengan tanto que ver con la penetración como con el acto cuidadoso y pausado de acariciar y ser acariciado, de explorar nuevos territorios, de ejecutar nuevas prácticas.

En esa tarea de experimentación pueden desempeñar un papel fundamental los juguetes eróticos para la tercera edad. Nunca hay que despreciar el papel que puede desempeñar un juguete para adultos a la hora de dinamizar la sexualidad de una persona de la tercera edad. Gracias al uso de esos juguetes, la persona podrá, a base de práctica, rehabilitar o mejorar algunos mecanismos fisiológicos fundamentales en el desarrollo de una vida sexual enriquecedora y plenamente satisfactoria.

¿Qué juguetes sexuales pueden usarse para revitalizar la vida sexual de una persona de la tercera edad?

En el caso del hombre, un hombre de la tercera edad podría revitalizar su vida sexual utilizando cremas vasodilatadoras, potenciadores de la erección, desarrolladores, anillos para el pene, estimuladores prostáticos, arneses con dildos huecos, masturbadores masculinos…

En el de la mujer, por su parte, las mujeres de la tercera edad podrían inyectar nuevas energías a su vida sexual sirviéndose de los vibradores y las bolas chinas, así como de lubricantes íntimos que sirvieran para paliar el déficit de esa lubricación natural que, como hemos apuntado, disminuye con los años. Ese déficit de lubricación natural es el que hace que, en muchas ocasiones, y debido a la sequedad vaginal, las relaciones sexuales puedan resultar molestas o, incluso, dolorosas, para las mujeres de la tercera edad.