Vibrador y sexo oral

Sin duda alguna una felación ya es suficientemente placentera de por sí como para hacer ascender a un hombre hasta los peldaños más altos del placer. Pero siempre es posible mejorar la técnica de su realización y añadir nuevos componentes que la hagan una experiencia aún más intensa. Una de las posibilidades es la de incorporar a la realización de la felación algún tipo de juguete erótico que añada nuevas sensaciones y potencie el placer propio de una buena mamada.

La actividad que vamos a proponerte a continuación requiere de la presencia de un potente vibrador. Con él podrás añadir nuevos matices de placer a la mamada que vas a realizar a tu pareja. El vibrador, escondido bajo la mano, podrá servir para estimular el pene mientras lo acaricias. O tal vez prefieras utilizar el vibrador colocándolo sobre tu mejilla mientras se la mamas. O lo puedes colocar sobre su ano mientras se la estás chupando. Las opciones, como ves, son tan variadas como atractivas.

Antes de empezar, podéis empezar por daros un baño. Hacerlo juntos puede servir para ir aumentando vuestra temperatura erótica y, al mismo tiempo, puede eliminar las pequeñas aprensiones que tengas sobre el hecho de llevar a tu boca los genitales de tu pareja.

Una vez bañados, ten el vibrador al alcance de tu mano mientras buscáis la postura más cómoda e idónea para vuestro juego. Él puede estar de pie y tú arrodillada ante él, sobre una almohada. O él puede estar tumbado y tú agachada entre sus piernas. Esta posición proporciona a la mujer un control bastante grande de la situación. En esta postura, es difícil que el pene de tu pareja entre en tu boca más allá del límite que tú establezcas como deseable. También puedes recostar tu cabeza sobre su cuerpo, colocándola de medio lado, orientando siempre tu boca hacia su pene.

Acaricia ahora suavemente el interior de sus muslos, el pene, los testículos, el perineo y el ano. Presta atención a sus reacciones tanto verbales como faciales cuando toques cada punto. Los puntos más sensibles del pene son el glande y el frenillo. Si eres partidaria de practicar sexo seguro, colócale el condón ahora.

Ha llegado la hora de recorrer con la lengua los mismos lugares de su cuerpo que acabas de recorrer con la mano. Utiliza un montón de saliva. La saliva, aunque humilde, es un buen lubricante. Si no te gusta el sabor, prueba con un condón de sabor o con algún lubricante con sabor de los muchos y muy variados que puedes encontrar en el mercado.

Seguramente tu pareja tiene ya el pene completamente erecto. No podemos concebir que no sea así después de tus fantásticas y sensuales caricias y de las primeras excursiones que tu lengua, lenta y sabiamente, ha realizado sobre él. Lleva ahora tus labios hacia la punta del pene y haz que vaya entrando lenta y suavemente en tu boca. Mantén la boca tensa, logrando que tus labios ejerzan la presión justa sobre el eje del cipote de tu pareja.

Con el pene de tu pareja ya dentro de tu boca, no te preocupes por la succión. El movimiento de émbolo, hacia arriba y hacia abajo de tu boca, crea ya de por sí una aspiración natural muy efectiva y gozosa. Si no eres adepta a experimentar las mismas sensaciones que la protagonista de la famosa película Garganta Profunda, no introduzcas todo el pene de tu pareja en tu boca. Si lo haces, es fácil que se te active el reflejo nauseoso y puedas sentir alguna arcada. No es necesario meterte todo su rabo en la boca para que tu pareja sienta un maravilloso placer. Bastará con que utilices algunas de las técnicas que vamos a detallarte a continuación.

Variaciones para una mamada

Mientras tu boca y tu lengua viajan sobre su pene, aplana la segunda sobre su frenillo. O, si tu pareja está circuncidada, inserta tu lengua en el prepucio y dibuja círculos alrededor de él. O masajea suavemente con tus dedos la punta del pene mientras le lames.

Maneja al mismo tiempo mano y boca para masturbar la polla de tu pareja. Cuando subas con la mano, retira la boca de ella. Cuando la mano baje sobre el eje del pene, ve introduciéndolo en la boca. Repite este recorrido varias veces, a un ritmo adecuado para no hacer que la eyaculación se precipite y te encuentres con la boca llena de semen antes de tiempo.

Mientras el pene de tu pareja está dentro de tu boca tú puedes acercar, como hemos señalado anteriormente, un vibrador a tu mejilla. Haz que el pene presione en la parte interior de la misma mejilla en la que has apoyado el vibrador. Que tu boca se deslice hacia arriba y hacia abajo mientras el vibrador, pegado a tu mejilla, sigue cumpliendo con su función.

Coloca ahora el vibrador directamente sobre los genitales de tu pareja mientras continúas con la mamada. Colócalo en la palma de tu mano y haz que gire alrededor de la base del pene mientras tu boca está devorando su punta. O colócalo sobre el perineo y presiona sobre él. O, directamente, puedes colocarlo sobre el ano. Quizás tu pareja aprecie y valore esa estimulación tan directa que, combinada con las artes mamatorias de tu boca y tu lengua, seguramente le están llevando a la gloria. Consulta con tu pareja cuál de estas estimulaciones le ha excitado y gustado más. Saberlo te servirá para proporcionarle el máximo placer.

Algo muy importante durante la felación: no olvides estimular los testículos de tu pareja. Ellos también merecen y agradecen el trabajo de tu lengua. Lamerlos y chuparlos como si fueran caramelos (mételos en tu boca y juguetea con tu lengua cuando los tengas dentro de ella) es una experiencia muy placentera tanto para el hombre como para la mujer, en especial en estos tiempos en que muchos hombres se han acostumbrado a afeitar o depilar sus testículos para, así, hacer de ellos dos caramelitos de piel suave. Seguramente que eso lo agradecen los labios y la lengua de la mujer, que no tienen que bregar así con un matojo de pelos gruesos y rebeldes que incomodan y hacen menos atractivo ese atracón de huevos que puedes darte entre las piernas de tu pareja.

Finalmente, cuando tu pareja esté cercana al orgasmo, mantén los movimientos de una manera coherente y firme, sin perder el ritmo y sin acelerarlo en exceso. Una vez se haya iniciado la eyaculación, realiza unos cuantos golpes más y, después, detén tu boca o tu mano. La mayor parte de los hombres, tenlo en cuenta, no desean un estímulo continuado una vez que han llegado al orgasmo. La reiteración del estímulo después de la eyaculación puede proporcionarles una sensación de vaciado de sus cojones que puede hacerles creer que no estarán preparados físicamente para afrontar lo que bien pudiera ser un “segundo asalto”.