Postura exigente del Kama Sutra

Si hay una postura del Kama Sutra sólo apta para personas muy entrenadas y que tengan las articulaciones y los ligamentos fuertes y resistentes, ésa es la postura de la rana. Quien consiga dominar esta postura podrá sentirse muy feliz y orgulloso por dominar una de las posturas más difíciles del Kama Sutra.

La postura de la rana exige esfuerzo y, también, mucho contacto entre el hombre y la mujer. Ese estrecho contacto permite una mayor intimidad en el seno de la pareja y refuerza el sentimiento de unión. Ese sentimiento se ve reforzado por el hecho de que el hombre y la mujer puedan mirarse directamente a la cara y contemplar cómo el placer se dibuja en los rostros de cada uno de ellos, lo que siempre juega a favor de la excitación experimentada por ambos y, a la larga, del placer experimentado por ambos.

Una de las principales virtudes de la postura de la rana es que, resultando difícil realizar el clásico movimiento de penetración, hay que experimentar y buscar nuevos movimientos. Esos nuevos movimientos, no habituales, provocarán sin duda sensaciones nuevas. Y una sensación sexual nueva siempre es bien recibida en el seno de la pareja que desea disfrutar de su sexualidad.

Otra de las virtudes a destacar de la postura de la rana es que es una postura cálida y táctil que, como hemos dicho, permite mucho contacto entre el hombre y la mujer. Además, ese contacto extremo permite una postura muy compacta, es decir, una postura que ocupa poco espacio y que, por tanto, permite practicar sexo en lugares impensables: un armario, el coche…

La postura de la rana permite también que la pareja explote al máximo su sentido del tacto para ir explorando sus mutuas zonas erógenas. Ése es el primer paso que debe realizar la pareja que quiera practicar la postura de la rana: el de sentarse el uno frente al otro, el hombre y la mujer, en la cama o en el suelo, para así tocarse y acariciarse mutuamente.

Tras ese primer paso, el hombre y la mujer que quieran practicar la postura de la rana deberán, una vez sentados, doblar las rodillas y apoyar los pies sobre el suelo o la cama. Sentados así, el hombre envolverá a la mujer con sus piernas.

Ésta, a su vez, doblando sus rodillas y colocándolas cerca del pecho, deberá acercar su culo al del hombre.

Será en ese momento en el que la pareja deberá buscar la manera de que se produzca la penetración. Para facilitarla, la mujer debe inclinarse hacia atrás. Una vez penetrada, el hombre, colocando sus manos sobre los hombros de ella, deberá moverla para que así pueda producirse el movimiento de fricción de los genitales que produzcan placer a hombre y a mujer. Para que la mujer se abandone al placer, el hombre debe sujetarla firmemente.

Una buena manera de añadir un toque de glamour a la postura de la rana es la de utilizar una boa para, colocándola alrededor de la mujer, servirse el hombre de ella para atraerla más cerca y, así, forzar una mayor cercanía.