Etapas hasta el orgasmo

Es raro hablar de sexo y no hacerlo del momento culminante de la práctica sexual: el orgasmo. En cierto modo, estamos malacostumbrados a valorar una experiencia sexual por lo pronto o tarde que ha llegado dicho orgasmo o por la intensidad del mismo. Obsesionados por alcanzar ese punto culminante de placer, tendemos a infravalorar o a despreciar todo lo que sucede hasta ese momento en el que el parecemos fundirnos con el universo entero. La experiencia, sin embargo, nos va enseñando algo que siempre deberíamos tener presente: el camino es, en el sexo, tan importante como el destino. O acaso más. El final será más explosivo, intenso y placentero si el camino ha sido recorrido de la manera adecuada. Para ello resulta imprescindible conocer cómo funciona nuestro cuerpo y nuestra mente durante la actividad sexual y eso implica conocer las fases de la respuesta sexual humana.

Hay diversos autores que han tratado sobre las fases de la respuesta sexual humana (Helen S. Kaplan, Masters y Johnson y Sandra Leiblum, entre otros) y no todos coinciden completamente a la hora de delimitar dichas fases. En este post vamos a recoger cuáles son las fases recogidas por todos ellos.

Masters y Johnson son los apellidos de un ginecólogo (William Masters) y una sexóloga (Virginia Johnson) que estudiaron juntos la respuesta sexual humana. Al realizar dicho estudio, Masters y Johnson diferenciaron 4 fases en la respuesta sexual humana. Esas fases son: excitación, meseta, orgasmo y resolución.

Helen S. Kaplan, psicóloga especialista en Sexología y terapia sexual y una de las máximas autoridades mundiales en el estudio de las disfunciones sexuales, añadió a las cuatro fases señaladas una fase previa a todas ellas que es la llamada “fase del deseo” y eliminó la que Masters y Johnson habían llamado “fase de meseta”.

La escritora, profesora y sexóloga estadounidense Sandra Leiblum, por su parte, añadió en 1990 a las fases anteriores la llamada “fase de satisfacción”. Veamos a continuación en qué consiste cada una de estas fases de la respuesta sexual humana.

Fase del deseo

La fase del deseo es, para Helen S. Kaplan, la etapa inicial de la respuesta sexual humana. En esta incluiríamos todos aquellos pensamientos, fantasías eróticas, emociones y sensaciones que, coordinados, aumentan el nivel de la libido.

La fase del deseo es, básicamente, una fase cognitiva, una fase en la que la percepción y lo psicológico juegan un papel fundamental. En el caso del hombre, es la percepción visual la que más influye en la activación de la fase del deseo.

Fase de la excitación

La intensificación del deseo y su mantenimiento durante un cierto período de tiempo permite la entrada en lo que se conoce como fase de excitación. Es en esta fase de la respuesta sexual humana donde aparecen las primeras manifestaciones fisiológicas. En el hombre esas manifestaciones son la erección de pene, la elevación y aumento de tamaño de los testículos y el incremento del grosor del escroto. En la mujer, las manifestaciones de la excitación sexual son el aumento de la lubricación y la dilatación vaginal, la erección de los pezones y el aumento de tamaño de los pechos y la vagina.

Hombre y mujer comparten una serie de manifestaciones corporales de la excitación sexual. Entre ellas destacan el aumento de la frecuencia cardíaca, la respiratoria y la sudoración.

Fase de meseta

Para Masters y Johnson, la siguiente fase de la respuesta sexual humana es la llamada fase de meseta. Llegando a ella tras la prolongación y el mantenimiento de una estimulación adecuada, la fase de meseta es aquella que antecede al orgasmo, es decir, la fase de la respuesta sexual humana en que se producen una serie de sensaciones pre-orgásmicas.

Durante la fase de meseta aumenta la tensión muscular tanto en el hombre como en la mujer. Los cambios que la fisiología de uno y otro durante la fase de meseta son los siguientes:

  • En el caso de la mujer, el clítoris se retrae bajo su capuchón, el tamaño del pecho sigue aumentando y la areola se dilata. Por su parte, la vagina se dilata, los labios mayores se separan cada vez más y la congestión vascular de los labios menores aumenta. Durante la fase de meseta se produce lo que llamamos rubor sexual, es decir, la aparición de algunas islas de rubor en la piel debido al incremento de la circulación sanguínea.
  • En el caso del hombre, lo que se produce durante la fase de meseta es el aumento de la lubricación en el interior de la uretra. Dicha lubricación permite la limpieza de la uretra de los restos de orina existente y se fundamenta en la producción de un líquido que es producido por las glándulas de Cowper. La función de dicha limpieza de la uretra es permitir el paso de los espermatozoides vivos.

La duración de la fase de meseta puede resultar muy variable de una persona a otra y de una relación a otra.

Orgasmo

La siguiente fase de la respuesta sexual humana es el momento en que todas las sensaciones que se han ido experimentando durante la práctica sexual confluyen en ese momento de clímax que recibe el nombre de orgasmo.

¿Cuáles son las manifestaciones más claras del orgasmo en el hombre y la mujer?

  • En el caso del hombre, el orgasmo se manifiesta en la inmensa mayoría de los casos en la eyaculación o expulsión del semen o esperma. Los defensores y teóricos del sexo tántrico proponen y persiguen romper esa correspondencia entre orgasmo y eyaculación. Para ellos, el orgasmo no debería corresponderse con la eyaculación. La escisión de ambos fenómenos fisiológicos permitiría al hombre prolongar la duración de sus coitos y, al mismo tiempo, convertirse en multiorgásmico.
  • En el caso de la mujer, el orgasmo es un fenómeno mucho más complejo y muy diferente en unas mujeres y otras. En todas ellas, aunque en cantidades diferentes, parece producirse una emisión de fluido procedente de las glándulas de Bartolino y, en algunos casos, de las glándulas de Skene. Cuando se produce esta segregación por parte de las glándulas de Skene podemos hablar de eyaculación femenina.

Hombre y mujer, llegado el momento del orgasmo, sienten cómo se acentúa la tensión muscular y cómo la musculatura pubococcígea (que está situada en el suelo pélvico) se contrae de manera rítmica e involuntaria. Al mismo tiempo, las pulsaciones y la respiración alcanzan su máxima intensidad y frecuencia.

Fase de resolución

Tras el orgasmo, el cuerpo humano va recuperando poco a poco sus niveles normales y siente una agradable sensación de placer, relajación, bienestar, sueño… Los cambios hormonales y la secreción de serotonina hacen que sea así en esta fase de la respuesta sexual.

Esta fase de resolución coincide en el hombre con la fase de período refractario. Durante un tiempo determinado (que variará dependiendo de factores como la propia naturaleza del hombre, su edad, su estado de salud, etc.) el hombre no podrá alcanzar otro orgasmo.

Durante la fase de resolución, el hombre pierde la erección, se reduce el grosor del escroto y disminuye el tamaño de los testículos, al mismo tiempo que vuelven a descender.

En el caso de la mujer, durante la fase de resolución se recupera la posición, el estado vascular y el tamaño de útero, vagina, clítoris y labios mayores y menores. Potencialmente, toda mujer está preparada para poder alcanzar nuevamente otro orgasmo. En la mujer, pues, no existiría dicho período refractario.

Fase de satisfacción

Como hemos indicado anteriormente, fue Sandra Leiblum quien, en 1990, añadió la fase de satisfacción a las fases de la respuesta sexual humana que habían especificado Masters y Johnson en 1965.

Lo que Leiblum llama fase de satisfacción es una especie de respuesta afectiva tras evaluar subjetivamente cómo ha ido la relación sexual y qué placer ha proporcionado. En esta autoevaluación intervienen algunos factores que tienen que ver con las propias expectativas, la propia experiencia (lo que permitirá establecer comparaciones con otras situaciones vividas), la contemplación de hasta qué punto queda satisfecha la otra persona y, finalmente, con la evaluación del nivel comparativo entre la recompensa obtenida y el costo pagado por la misma.