Una pausa en el estrés

Vivimos demasiado pendientes del reloj. El tiempo nos atropella. Valoramos los minutos como si fueran oro. Siempre hay una reunión a la que acudir, unos niños que llevar al colegio, un autobús a punto de marchar, un tren que llega con retraso… La ciudad nos impone su ritmo y, al intentar seguirlo, perdemos de vista con demasiada facilidad lo que de verdad importa: la calidad de ese tiempo. Así, vamos posponiendo pequeños o grandes placeres para cuando dispongamos de un espacio temporal suficiente como para poder gozarlos. Nos pasa con muchas cosas, también con el sexo. ¿Para qué ponernos ahora, solemos decir, si dentro de diez minutos debo salir pitando hacia la oficina, la redacción, el taller o la fábrica? Mejor dejar el polvo para cuando podamos disfrutarlo sin prisas, con calma, dando lo mejor de nosotros mismos. Eso solemos decirnos en más de una ocasión.

No hace falta que digamos que esta opción nos parece una opción radicalmente equivocada. Y nos lo parece, entre otros, por un simple motivo: cada polvo que no se pega es un polvo que se pierde. Podremos tener otro polvo, sí, pero no ése. Y nunca nos van a sobrar polvos en la vida. Además: siempre valdrá más un polvo rápido, un aquí te pillo y aquí te mato, que no marcharse al trabajo o a cualquier obligación con las ganas de follar insatisfechas. Hay que romper mitos y uno de ellos es el que identifica el sexo de calidad con el sexo practicado durante horas. No hay que estar una hora dale que te pego para que un polvo sea satisfactorio. Hay polvos rápidos que pueden resultar muy placenteros. Por eso hay que perseguirlos siempre que se pueda. El polvo mañanero, ése que se practica deprisa y corriendo antes de echarse abajo de la cama para darse una ducha, despertar a los niños o prepararse un café, es uno de esos polvos rápidos que, más que un polvo, son una especie de medicina que sirve para todo y que no tiene efectos secundarios.

Beneficios del polvo matutino

El polvo mañanero obliga a las prisas y esto, que puede parecer en principio contraproducente, puede actuar en verdad como acicate y estimulante. El polvo mañanero puede activar en la imaginación de la mujer una de las fantasías eróticas más comunes entre las féminas: la de practicar sexo fugaz con un desconocido o con un compañero de trabajo. Y ya sabemos que al sexo y a su disfrute le sientan de maravilla todo lo que tenga que ver con la activación de las fantasías eróticas durante la práctica del mismo. Una fantasía erótica no es algo que necesariamente deba llevarse a la práctica. Su principal función dentro de nuestra sexualidad es la de actuar como afrodisíaco. Un estimulante sexual de primer orden, eso es lo que para nosotros es la fantasía erótica.

El polvo mañanero (como todo polvo) hace que se libere dopamina y serotonina, hormonas que están relacionadas directamente con una sensación de bienestar y placer que, lógicamente, resulta muy beneficiosa tanto para nuestro cuerpo como para nuestra psique.

El polvo mañanero puede servir, también, para engrasar la vida de pareja, para evitar que ésta se oxide, para limpiar la herrumbre que la convivencia hace que se acumule sobre el sexo y su práctica. Toda pareja, de un modo u otro y en mayor o menor grado, acaba siendo víctima de la rutina. Impedir que ésta acabe, a medio o largo plazo, minando al edificio de la propia pareja es el principal objetivo que ésta, junto al pago de los plazos de la hipoteca, debe marcarse. Tan importante como evitar un desahucio que la deje sin hogar es, para la pareja, el evitar que la rutina desahucie su futuro.

El polvo matutino, ese polvo rápido que se pega al filo del timbre del despertador, es un maravilloso método para romper la rutina sexual de la pareja. El polvo matutino, al que la pareja se entrega porque el deseo acucia, no es el polvo programado y ritualizado del sábado por la noche, ese polvo que, a veces, se pega porque toca, porque es el día reservado para ello y que, por tanto, siempre se pega más o menos del mismo modo, escogiendo las mismas posturas, invirtiendo la misma pasión.

El polvo mañanero, por lo que tiene de improvisación, es el polvo en el que se expresa con mayor sinceridad nuestra pasión. En el polvo matutino el deseo se muestra tal y como es, sin caretas, sin planificaciones, sin fingimientos de compromiso. Y que el deseo actúe a sus anchas, sin corsés que le opriman ni le dificulten el respirar, es bueno para el sexo. Éste, para ser placentero, no tiene porqué durar mucho tiempo. Lo que sí necesita es estar cargado de deseo, ser fruto verdadero de un subidón de él. Y eso se da, y de qué manera, en el polvo mañanero.

El polvo matutino sirve, además, para reforzar nuestra autoestima y nuestra seguridad en nosotros mismos. ¿Quién no se siente algo más atractivo y sexy tras practicar sexo?

El polvo mañanero, además, nos permitirá salir de casa con un brillo especial en la mirada y una sonrisa en los labios. ¿Qué mejor manera de empezar el día que echándose a la calle vestidos de optimismo? Con la sonrisa que habrá pintado en nuestro rostro el polvo mañanero ayudaremos a que el mundo sea un poquito mejor. ¿O acaso dudas de que el mundo sería un poquito mejor si la gente, toda la gente, saliera a la calle recién follada?