Visiones del Tantra

Del Tantra no hay una visión unívoca. La que a nosotros nos ha llegado, por ejemplo, es una versión descafeinada, profanada y seguramente embrutecida de la visión hindú del Tantra. Ese embrutecimiento, achacable única y exclusivamente a nuestra manera de ver la vida y a nuestra mirada occidental, ha hecho que el Tantra quede reducido para muchos de nosotros a una serie de técnicas que tienen que ver única y exclusivamente con la sexualidad y su práctica.

Desde que inauguramos esta sección venimos luchando contra esa visión reduccionista de lo que es el Tantra. Lo hemos repetido en más de una ocasión: el Tantra es algo más que una compilación de recursos eróticos. En verdad es mucho más que eso. En Tantra es un camino de desarrollo del espíritu. El deseo sexual sería sólo un sendero para llegar a ese desarrollo del espíritu. Por decirlo de algún modo, el deseo sexual sería un camino hacia la realización personal.

Vajrayana

De entre todas las visiones que podemos encontrar del Tantra quizás la que más libre de adherencias y contaminaciones podemos hallar es la del llamado Budismo Tántrico o Vajrayana. Esta escuela tántrica tiene su centro geográfico en el Tíbet, pero también pueden encontrarse seguidores de ella en Bután, en el Nepal, en el norte de la India, en Mongolia y en el sudoeste de la China. El Tantra concebido desde esta óptica ha estado siempre envuelto por una nube de misterio.

Introducido en dichos territorios desde la India hace más de mil años, el Budismo Tántrico posee unas características que lo diferencian claramente de otros budismos más contemplativos y semejantes a lo que en Occidente serían las órdenes monásticas. Para empezar, lo seguidores del Budismo Tántrico (mahasiddhas) tienen un aspecto completamente diferente al que solemos asociar a los monjes tibetanos. Un adepto al Budismo Tántrico no tendrá la imagen del Dalai Lama, por ejemplo. Se parecerá mucho más a un “sadhu” indio. Es decir: tendrá largas barbas y melenas y no vivirá de la manera uniformizada con la que se vive en los monasterios budistas. Frente a la uniformidad de la vida monástica, los seguidores del Budismo Tántrico alzan la libertaria bandera de su anarquía.

En cierto modo, los mahasiddhas o adeptos al Budismo Tántrico fueron siempre los marginados, los que se salían de la norma, los que escapaban al control centralista y con motivación política de aquellos que perseguían la unificación del Tíbet. ¿Qué mejor que el centralismo y el control monástico para unificar un país?, se preguntaron los que decidieron hacer prevalecer el Budismo monástico sobre el Budismo Tántrico. Éstos fueron los encargados de convertir el Budismo Tántrico en lo que se conoce como la vía oculta del Budismo.

Los murales de Lukhang

Esto no impidió que, de una manera u otra, la facción dominante del budismo no quisieraa conservar algunos de los principios fundamentales del Budismo Tántrico manteniéndolos a buen resguardo tras los muros del Templo de Lukhang, un templo “secreto” que servía como templo de retiro de los Dalai Lamas y cuyas paredes estaban decoradas con una gran cantidad de murales coloristas. En estos murales pueden observarse más de ochenta maestros tántricos realizando posturas de yoga casi increíbles.

Conocemos esas imágenes gracias al fotógrafo Thomas Laird, que recibió la autorización personal del 14 Dalai Lama para inmortalizar dichas maravillas y mostrarlas al mundo. Ese mismo Dalai Lama fue quien ayudó a Laird a interpretar algunas de esas imágenes y a conocer el significado de unos murales que podían recordar, en clave oriental, a las obras de El Bosco. Durante los últimos meses esas imágenes se han podido contemplar en la Wellcome Collection de Londres.

Las imágenes de la colección (Tibet’s Secret Temple) expuesta en el citado museo londinense muestran cómo, a través de las prácticas tántricas, se puede acceder a los niveles más sutiles de la conciencia. Para ello hay que centrar la meditación en los chakras. Esa meditación permitirá alcanzar la meta de la iluminación. Después de todo, el tantra es un método orientado a la expansión. Esa expansión sólo puede conseguirse si se entiende el cuerpo como algo sagrado. Entendido como tal, el cuerpo es una vía de canalización de la energía sexual. La combinación de meditación y técnica sexual permitirá que la pareja alcance el éxtasis compartido. Ese éxtasis está simbolizado en el abrazo del dios Shiva y de la diosa Shakti.